El verano se puede aprovechar para muchas cosas y una de ellas es sin duda la lectura. Una lectura relajada que nos aleja de las lecturas técnicas, que también, realizamos para reforzar los conocimientos y estar al día como no puede ser de otra manera con la profesión que ejerzo.
El caso que este verano he tenido el placer de leer «Los veranos de Delia» de Ángeles Menéndez.
A Ángeles Menéndez la conozco com Nines, y es que ha sido alumna mía de uno de los Certificados de Profesionalidad que impartimos en el Departamento de Artes Gráficas de Salesianos Atocha.
Ángeles aprovechó, como otros alumnos de los que ya venimos hablando en este blog o en el del Departamento – ver la última entrada sobre la presentación de la revista Mar salado – para plantear la realización de su proyecto, utilizando los medios disponibles durante la realización del curso.
El caso es que este verano he podido adquirir un ejemplar, perfectamente editado y muy bien posicionado en la web, algo por lo que sin duda hay que felicitar a su Editorial Disparate Ediciones

Leer Los veranos de Delia ha traido mi infancia a escena. Vamos, que salvando las distancias, ha sido para mi el equivalente a la magdalena de Proust…
Y es que el libro narra la vida de la protagonista en una determinada época de su juventud, allá en una pequeña aldea de las montañas de Asturias y, salvando las distancias y los localismos, reproduce punto por punto, las experiencias de alguien como yo, nacido y criado en un pequeño pueblecito encajado en uno de los muchos valles de la sierra de Gredos, en Ávila.
El lenguaje sencillo, directo, ameno, te introduce de lleno en un entorno reconocible y amigable, de un cierto bucolismo, de agradecer en los tiempos que corren, y que bien pudiera ser una magnifica lección para los jóvenes estudiantes de hoy en día (como lectura recomendada).
Y digo magnifica lección, porque no está de más leer este tipo de literatura que nos sitúa en un tiempo no tan lejano y que está en la base de esta sociedad. Una sociedad que se ha construido a partir de la emigración de las gentes de los pueblos a las ciudades (entre los que me incluyo) para asegurar un trabajo y un sueldo razonable a costa de perder otros valores (en el libro se trata el tema en algún pasaje). Un homenaje, pues, a nuestros mayores y a un estilo de vida vida que contrasta con estos tiempos tan complejos y acelerados.
Felicitamos, y mucho, a Nines, a quien por cierto vimos en la presentación de la Revista Mar salado, que hemos mencionado anteriormente, ya que fue compañera de Juanjo Fernández, y la animamos a que continúe escribiendo libros así.


