No me refiero con este titular a la enseñanza de la gestión de la calidad en las escuelas de negocios como a primera vista pudiera pensarse, ahí ya se enseña. Me refiero a las escuelas, a los colegios, a los institutos… No estoy pensando por lo tanto en aquellos que pretenden una licenciatura u otra titulación superior, me refiero a los niños y jóvenes que se están formando ahora.
Como profesor que precisamente enseña gestión de la calidad a alumnos de ciclos formativos (en mi caso del sector gráfico), me interesan profundamente las repercusiones secundarias de la formación que reciben mis alumnos.
Estos tienen una formación específica, técnica, de la gestión de la calidad en la industria gráfica. Reciben una formación especializada en cada uno de los procesos que se hallan en la industria gráfica (mejor o peor en función de los conocimientos que poseo y de mi capacidad para trasmitirlos), y a la vez, en lo que podríamos denominar un segundo plano, estos mismos alumnos asimilan los métodos que sustentan la gestión de la calidad y que pueden ser aplicados en la vida personal.
Así, conceptos tales como la valoración de las propias necesidades y expectativas es un buen punto de partida en relación con la interacción social y la postura vital; la planificación como planteamiento básico ante cualquier proyecto personal como punto de partida básico; el control del proceso aplicado a los mencionados proyectos personales en los cuales no embarcamos consciente o inconscientemente permitiría sin duda la mejora continua de nuestras vidas (hecho éste que presenta gran interés) en lo personal y profesional.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo se los conceptos y herramientas de la calidad puede ser aplicada a la gestión personal y puede aportar algún valor añadido a nuestras vidas. Reflexionemos.