En estos últimos días he tenido ocasión de leer un par de artículos relacionados entre sí y que tienen por denominador común la evolución de la lectura y de los soportes sobre los que se vehículan los contenidos de comunicación.
- «El apagón de los libros digitales»
- «Lectura digital o en papel ¿Qué contamina más?»
Los títulos son muy sugerentes y para leer los artículos completos remito a las fuentes para leerlos íntegros:
Para «El apagón de los libros digitales» os remito al boletín nº 381 de la Industria papelera: http://www.aspapel.es/actualidad/boletin-electronico/14198
En cuanto al segundo, «Lectura digital o en papel ¿Qué contamina más?» es un viejo artículo de 2013 pero de vigente actualidad y que por lo tanto no está de mas volver a rescatar para seguir reflexionando sobre el tema. Lo encontráis fácilmente en internet puesto que se ha publicado en diversos medios, poniendo el título en el buscador. A mi el primero que me sale es del Heraldo: http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2013/08/10/lectura_digital_versus_impresion_papel_que_contamina_mas_245270_310.html
Evidentemente parece que estoy tirando piedras sobre mi propio tejado en la medida que recomiendo encarecidamente la búsqueda en internet de tales artículos y su lectura, sosegada eso sí, en la pantalla del dispositivo digital que utilicemos para la búsqueda (un ordenador, una tablet, un Smartphone,…).
Y es que nada es sencillo, ni se reduce a blanco o negro, ya que sin duda la comunicación mediante medios digitales supone un avance innegable, imparable y por lo tanto sea bienvenida su aportación que no es más que la mejora continua y lógica de cumplimiento de necesidades perentorias de comunicación del ser humano: inmediatez en el espacio y en el tiempo: lo quiero y lo quiero aquí y ahora. Nada que objetar, al contrario, un servidor es un entusiasta aprovechado de estas ventajas aportadas por la tecnología.
Ahora bien, se ha de tener en cuenta el contexto comunicacional (este asunto es para mi de gran interés y le dedicaré alguna reflexión futura más, teniendo en cuenta que me parece constatar cierto despiste generalizado al respecto, precisamente por ello creo que soy de las pocas personas que no tiene WhatsApp deliberadamente).
A ello hay que añadir ciertas aseveraciones bienintencionadas o malintencionadas, vete tu a saber, que buscan claros fines comerciales y de organización interna, me refiero esos comunicados continuos sobre lo malo que es el papel como soporte de comunicación ya que se «destruyen» bosques.
En este caso lo que busca la empresa no tiene ningún fin altruista por mucho que lo pretenda disfrazar, busca reducir sus costes en la distribución de la información claro está. Que en este caso coincida con ventajas para el medio ambiente, pues vale, pero no nos tomen por tontos (por cierto, mensajes parecidos se encuentran en correos de particulares… supongo que el remitente tiene muy claro la comparación de la huella de carbono generada por las tecnologías implicadas en la creación y distribución de la información)
De hecho no está demostrado que una actuación (enviar la factura en papel) sea más o menos dañina para el medio ambiente que la actuación propuesta (enviar la factura por correo electrónico). Para ello se debieran realizar estudios científicos de todo el ciclo del comunicado desde su inicio, incluidos los gastos energéticos de los dispositivos implicados y la reciclabilidad de los mismos, es decir, no es tan sencillo. El mensaje electrónico se envía mediante dispositivos tales como ordenadores, tablets, smartphones,… que tienen una vida útil muy escasa y que por lo tanto se desechan con facilidad (tengo una hija adolescente por si a alguien esta en el mismo caso que yo) y que presentan importantes problemas de reciclado… Se están dando pasos en ese sentido y esperemos información más científica al respecto en años venideros.
Por lo que respecta al libro electrónico, yo que imparto materias sobre producción editorial y además soy lector asiduo, puedo constatar por experiencia personal, por seguimiento en la evolución del mercado y por conversaciones con editores que si bien el libro electrónico no ha muerto lo cierto es que lo sigue teniendo complicado para derrotar al libro en papel.
Por motivos profesionales me inicié pronto en el libro electrónico (el primer intento es del siglo pasado), así que dispongo de un par de eReader personales y otros tres o cuatro en el trabajo, un par de tablets personales y otras cuatro o cinco en el trabajo, otros tantos ordenadores personales y más de un centenar en el departamento en el cual trabajo, tengo miles de libros clasificados por autores de todo tipo, la mayoría desconocidos, que jamás leeré y que no recuerdo ya quien me los pasó, pero que me ocupan un montón de gigas en ni me acuerdo donde…
Con esto quiero decir que la experiencia de lectura, en mi caso, no es la misma que con un libro en papel. Se lee igual sí, pero no es lo mismo. Vamos que prefiero la lectura en papel, porqué será. Ya, dirá alguno, tu es que no eres nativo digital… bueno… salvo el tema comentado del WhatsApp dudo que un «nativo digital» (esto de los estereotipos….) tenga acceso a tantos dispositivos como tengo yo y le dedique tanto tiempo a la interacción con ellos.
Larga vida al papel