Aprovechando la especial y siempre grata circunstancia de las visitas que anualmente venimos realizando a empresas durante los días etiquetados como «Semana Cultural» en torno a la festividad de Don Bosco, patrón de los Salesianos y fundador e impulsor de lo que hoy conocemos como Formación Profesional, voy a analizar lo que considero una fructífera relación a lo largo de estos años.
Me refiero a la relación que se establece entre los centros de formación profesional y las empresas de un determinado sector, en nuestro caso los centros de formación profesional en los cuales se imparten ciclos formativos de artes gráficas y las empresas gráficas. Esta relación se halla ya plenamente consolidada y en constante enriquecimiento mutuo y se sustenta a mi juicio sobre cuatro pilares y todos ellos clave:
El primero es una imposición, pero que al contrario de la mayoría de las imposiciones, en este a caso el resultado viene siendo gratamente feliz. Me refiero a los planes de estudio que establecen como módulo obligatorio en los Ciclos Formativos la Formación en el Centro de Trabajo (FCT). Este especial módulo, muy pautado, aun siendo mejorable como todo, es clave en la formación profesional mostrando ya frutos evidentes (un gran porcentaje de alumnos continua la relación con la empresa una vez acabada su formación). Prueba de ello es que a todo lo que tiene éxito enseguida le salen imitadores, cosa que sucede en este caso, tanto por «arriba», las Universidades y su plan Bolonia, como por los laterales, academias de todo pelaje y condición, «certificados de profesionalidad», y productos similares copian, disimuladamente o con descaro, la fórmula FCT con éxito más o menos cuestionable y en ningún caso equiparable -inadaptación de los alumnos a los puestos, tareas poco o nada relacionadas, escasa cantidad de horas en la empresa, falta de atención tutorial, trabajo real encubierto o disfrazado,…
El segundo comprende un conjunto de acuerdos de colaboración empresas-centros de formación de tipo «Win to Win» que ya llevamos desarrollando muchos años -nuestro departamento ha sido en cierta medida uno de los pioneros en nuestro sector: Xerox, Esko,…-, y cuyas ventajas para todas las partes implicadas están claramente contrastadas (en estos años de colaboración no ha habido ninguna ruptura de los acuerdos tomados, antes al contrario nuevas relaciones se establecen mientras se refuerzan las existentes). En esta relación también incluyo los Convenios de Colaboración que nos unen con las empresas en las cuales nuestros alumnos realizan el módulo de FCT y que se cuentan por decenas solo en nuestro sector, con un flujo constante de alumnos y sin problemas reseñables.
El tercero es el motivo de este artículo y es el hecho de que dentro de las actuaciones formativas de nuestros alumnos las empresas nos abran sus puertas a visitas que, analizadas en frío son en apariencia una molestia para las mismas (un tropel de alumnos y profesores paseando por las instalaciones, rompiendo la rutina y haciendo perder tiempo a los que nos atienden). Lo cierto es que todos los años movemos a todos nuestros alumnos distribuidos en visitas entre varias empresas de tal manera que el número de visitantes sea razonable por lo que normalmente implicamos entre cuatro a seis empresas en estas actividades. En las mismas encontramos una atención, un interés, un respeto por parte de las empresas exquisito: cuando solicitamos la visita se prestan sin mayores problemas, se adaptan a nuestros particulares horarios y nos atienden con extrema cortesía los directores generales, los jefes de producción y los trabajadores sin distinción (doy fe de ello) y ya de paso nos imparten una clase magistral impagable de sus procesos con pasión y orgullo, algo enormemente motivador para nuestros alumnos y para los profesores que los acompañamos.
El cuarto y último tiene que ver con las particulares relaciones de amistad entre profesores y miembros de las empresas y que se van construyendo a partir de los tres pilares descritos anteriormente. Las relaciones continuadas debido al necesario contacto para tramitar y supervisar la formación de los alumnos en la empresa, la renovación de los Convenios de todo tipo que nos vinculan estableciendo lazos estrechos de colaboración entre las empresas proveedoras y productoras y las escuelas gráficas y el continuado contacto que suponen las visitas programadas, requieren esfuerzos que trascienden una mera relación formal y que se cimenta en una autentica vocación profesional por ambas partes. El hecho se constata en los encuentros en los que cada vez con más frecuencia coincidimos, en muchos casos por expreso deseo de los empresarios o de sus asociaciones y en otros en los cursos de formación continua impartidos a los trabajadores.
Estos pilares son base para una formación de calidad en un mundo en progresión y muy competitivo. Todo el conocimiento obtenido por estos medios se transmite a profesores y alumnos y volverá a las empresas en forma de trabajadores mejor formados, más vocacionados y por lo tanto más eficientes e implicados. Por lo que nos toca, nada más placentero para un profesional de la formación, en nuestro caso de la formación profesional, sentirse valorado por todos los integrantes del sector, trabajadores, empresarios, proveedores, asociaciones.