A VUELTAS CON LA CALIDAD

Ahora que estamos cerrando la evaluación y los políticos se desgañitan con promesas de todo tipo entre la cuales no podía faltar (una vez más, como no) mejorar la calidad en las empresas y el arreglar la enseñanza (esto alguien me lo tendrá que confirmar ya que procuro no ver las noticias hasta que no arrecie el temporal mediático que generan las elecciones varias)…  pues puede que sea un buen momento para alguna reflexión personal al respecto.

Cierto es que en las empresas se ha implantado, sí o sí, la CALIDAD así en mayúsculas,  y ya todas las organizaciones disponen de algún magnífico tipo de certificado ISO, EFQM,… que blanden con orgullo. Yo mismo contribuí en su momento a la implantación de tales certificados en distintos sectores productivos y con pleno convencimiento en su momento como bien se puede comprobar en las antiguas entradas de este blog que precisamente se originó con la calidad y cuyo nombre sigue siendo el de qualitasaagg.

Lo cierto es que últimamente ando pelín decepcionado con los resultados que observo (de hecho me llevo a dar la «espantá» en su momento), ya que la cruda realidad es persistente y a pesar de se atesore ingenuidad a raudales lo cierto es que no es bastante para no ver que todo viene a desvirtuarse (con el paso del tiempo o de las personas) en menor o mayor grado, por muchos puntos (de calidad) que se vayan acumulando.

Ejemplos de ello:

En primer lugar se elimina en los planes de estudio de la formación de grado superior la gestión de la calidad, como si los futuros mandos intermedios no debieran conocer las premisas básicas de una herramienta imprescindible (aunque cuestionable en su uso actual), a todos los efectos se viene a confundir el culo con las témporas…

En segundo lugar se constata que la calidad en las empresas en general se ha quedado en un mero instrumento de control (controlar lo que se hace mal, controlar a los empleados) y no de gestión (aprovechar el conocimiento para mejorar los procesos, procedimientos, tareas,…)

En tercer lugar también se constata que el certificado ya no es ni siquiera una barrera de entrada a advenedizos, lo cual era una de sus funciones (precisamente una de las que consideraba interesantes). Ejemplo a mi entender es el hecho de que los Certificados de profesionalidad, enseñanza en teoría más exigente en cuanto a requisitos de impartición que lo que había anteriormente, en la práctica se imparten en empresas de dudosa solvencia de conocimientos (autoescuelas que imparten certificados de profesionalidad del sector editorial ¿¿??, por poner un ejemplo próximo…esperpéntico, verídico)

En cuarto lugar si bien se aplica el certificado en la empresa en realidad no sirve como instrumento de mejora ya que no es difícil sortear los mecanismos de supervisión y control que se establecen más aun teniendo en cuenta que la certificación no deja de ser un servicio pagado… pagado.

Supongo que podría haber más «lugares» pero ya está bien por el momento…

Para que no quede una entrada pesimista ahí va algún consejillo barato: apliquemos el método cartesiano y buceemos en nuestro interior para hallar la calidad en su estado básico en nosotros mismos (al lado de la lógica más elemental y el buen juicio), trasladémosla con mimo a nuestras acciones haciendo las cosas bien y a la primera. Si cada uno aportamos nuestro granito de arena es posible que no sea necesaria tanta fanfarria al respecto.

 

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