Aprovechando que tengo reciente una visita con algunos de mis alumnos a una empresa líder en este campo y dada mi creciente e interesada especialización en este particular apartado paso a
poner en común algunas reflexiones sobre lo que venimos denominando IMPRESIÓN DIGITAL.
Dentro de la definición de impresión digital se engloban una serie de tecnologías de impresión que tienen como denominador común el hecho de que la maquina impresora responde a los datos digitales que le envía un controlador de impresión y que en los dispositivos profesionales por lo general es un ordenador dedicado o RIP. En estos dispositivos la imagen se dibuja constantemente ya que no disponen de forma impresora fija lo que permite la impresión de múltiples copias con variación de los contenidos, una de sus ventajas más evidentes.
La impresión digital tiene su origen en la técnica de copiado electrofotográfico inventada por Chester Carlson allá por 1938 y patentada en 1942. Esta técnica de copiado en seco – bautizada en origen como Xerografía– y que comercializó Haloid Company tras adquirir la patente, tuvo tanto éxito que el propio nombre de la compañía fue cambiado posteriormente pasando a denominarse Xerox, nombre por el cual la conocemos hoy. Los dispositivos desarrollados a partir de esta patente facilitaban enormemente la tarea de copiar documentos, dando un salto cualitativo en este aparado para cubrir esta importante necesidad y creciente aún en nuestras sociedades altamente burocratizadas. Un punto de inflexión fue la copiadora Xerox 914, comercializada en 1959, de extraordinario éxito comercial y que acabó con la competencia generando enormes beneficios para Xerox que fueron bien aprovechados para continuar el desarrollo de la tecnología.
En 1969 se produce otro punto de inflexión cuando Gary Starkweather investigador de Xerox y partiendo de una fotocopiadora xerográfica desarrolla la impresora láser que fue mejorándose
paulatinamente en los años posteriores. A partir de esta investigación, Xerox lanza la Xerox 9700 mientras que su competidor IBM la IBM 3800 en 1976. Canon se alía con Hewket Packard (HP) y lanza en los años 80 la HP 2680 mientras que fruto de la colaboración entre HP y Ricoh es el primer modelo de escritorio en 1983, mientras Canon, lanza la LBP-CX, impresora también de escritorio con una resolución de 300 dpi.
Entre los años 1983 y 1985 se sentaron las bases de la autoedición y lo que entendemos como la industria gráfica actual, es en esos años cuando se concreta una alianza -diciembre 1993 – entre Apple (Jobs) y Adobe (Warnock) para licenciar el lenguaje de descripción de página PostScript en la futura nueva impresora de Apple; sale al mercado el primer ordenador Apple Macintosh -enero 1984 – que incorporaba mejoras aparentemente tan extravagantes tales como el uso de una interfaz gráfica y de un «ratón»; Apple también lanza un año más tarde la impresora LaserWriter -enero de 1985 – y Aldus (Seybold) lanza la aplicación PageMaker de edición de páginas para Macintosh – julio 1985 -. Esta combinación exitosa de dispositivos dará lugar a la denominada autoedición y por extensión a la industria gráfica moderna.
La impresión digital actual es heredera de esta explosión creativa que da como resultado una metodología de trabajo específica y de éxito. A partir de estos años la industria gráfica se verá inmersa en cambios drásticos, tanto cuantitativos y cualitativos, los cuales hoy en día continúan.
Bajo esta perspectiva es fácil de entender la evolución actual de la impresión digital, nuevas tecnologías de impresión se han venido desarrollado desde entonces – Inkjet, Magnetografía,
Sublimación, Nanografía,… por dar algunos nombres de tecnologías implantadas – no obstante la esencia es la misma, nuevas prensas se están lanzando al mercado sin solución de continuidad en
respuesta a una particular competición olímpica -más alto, más fuerte, más lejos- así las impresoras actuales imprimien más rápido, con mayor resolución y sobre todo tipo de soportes. La impresión digital proporciona soluciones a medida allí donde otras tecnologías de impresión no llegan, abarcando áreas no cubiertas de mercados tradicionales y abriendo nuevos mercados no alcanzables por las tecnologías tradicionales.
Aquellas empresas gráficas que apuestan por la impresión digital se caracterizan por la incorporación paulatina y constante de máquinas cada una de las cuales se halla especializada en un particular nicho de mercado; con tiradas cortas por lo general con excepciones tales como la impresión de datos variables – transaccional, transpromo y marketing directo – de grandes corporaciones a partir de sus bases de datos (dada la complejidad y el hecho de que se deban manejar sensibles bases de datos no es infrecuente que las propias corporaciones creen departamentos de impresión especializados en sus propias instalaciones).
La combinación de procesos de manipulado que deben adaptarse a este particular mercado de tirada corta -del troquel convencional al troquel láser por ejemplo- puede proporcionar productos de alto valor añadido que pueden reportar pingües beneficios si el empresa sabe gestionar bien y más importante aún, sabe promocionarlo (existen mercados potenciales y prescriptores de importancia tales como los diseñadores los cuales en un alto porcentaje son ajenos a todas las posibilidades que ofrece esta fructífera combinación.
La capacidad de gestión de trabajos es otro de los factores clave en la imprenta digital para conseguir el objetivo de entrega de trabajos en plazos que se establecen no ya en días sino en horas.
Y aunque hay quien ha vaticinado, con evidente escaso acierto, la desaparición del papel, lo cierto es que vivimos una reorganización del mercado gráfico, en el cual determinados productos impresos se ven abocados a la mera supervivencia cuando no a la desaparición, no obstante estamos viviendo un repunte de determinados productos impresos y a la aparición de otros nuevos precisamente basándose en la mayor accesibilidad a este tipo de productos por parte del nuevos públicos.
El impresor «de toda la vida» hombre curtido en mil batallas, está reaccionando ante esta realidad, y si bien es cierto que ha tardado en entrar, ya está aquí y ha llegado para quedarse. Ya en los talleres gráficos es habitual encontrar al menos una impresora digital cuando no un departamento completo que proporciona servicios complementarios de impresión que irán adquiriendo mayor importancia a medida que se vayan implementando unos servicios comerciales acordes con esta nueva realidad, se cultive a los clientes y se les ofrezcan nuevos productos y servicios relacionados.
La impresión digital no es el enemigo como algunos, en un momento dado, hayan llegado a pensar, es por el contrario un aliado más y tiene mucho, mucho que aportar.
[…] El caso es que son muchos años ya desde que la impresión digital se viene abriendo camino en nuestras sociedades. Queda por delimitar hitos históricos si bien habrá que conceder a Chester Carslon allá por 1938 la invención de la electrofotografía. El sistema basado en la diferenciación de las zonas de imagen de las zonas no imagen en una superficie conductora mediante la aplicación de cargas eléctricas pretendía mejorar el copiado de documentos, asunto este engorroso y sucio si se realiza con papel carbón. No obstante para hablar de impresión digital tal como la concebimos en la actualidad hay que esperar hasta el momento en el que a alguien, concretamente a Gary Starkweather en 1969, conecta un ordenador a la impresora y mediante pulsos eléctricos permite dibujar los grafismos en los mecanismos de transferencia del tóner (ver https://jesusgarciaj.com/2016/01/24/en-torno-a-la-impresion-digital/). […]