Comunicación [gráfica]

Este pasado mes de enero, para los que trabajamos en los colegios Salesianos de todo el mundo es tradicionalmente un mes de actividades extraordinarias, ya que aprovechando la festividad en honor de Don Bosco, en los días finales del mes, se plantean actividades de carácter cultural que en las secciones de formación profesional adquieren un carácter técnico con charlas, conferencias, ponencias de todo tipo, talleres, «master class», «workshops» y visitas a empresas del sector. Formación en definitiva, pero con otro enfoque, y que sin duda aporta un valor añadido a los conocimientos que adquieren los alumnos en las aulas siendo estas actividades valoradas por lo general de forma muy positiva por todos los implicados.

Lo cierto es que en las charlas, conferencias y talleres de los amigos-ponentes que proceden de empresa y en las visitas que hemos realizado a las empresas del sector me ha parecido constatar el cambio de tendencia en cuanto al modelo de negocio de las empresas de artes gráficas, cambio que ya se venía produciendo, bien es cierto, pero que es ahora cuando parece asentarse definitivamente.

A lo largo de estos últimos años la industria gráfica ha venido sufriendo la tormenta perfecta, ya que a la crisis profunda y general de carácter prácticamente mundial se ha sumado la crisis propia de la industria debido a cambios en la elaboración y en la distribución de los productos de comunicación (impresión digital, publicación electrónica, publicación web…)

Esto ha supuesto la salida del mercado de empresas del sector gráfico, hecho que si bien es un fenómeno natural ligado a los ciclos económicos, no deja de ser un drama para los empresarios y para los trabajadores del sector y un reto de grandes proporciones para todos los implicados. En el caso de este país el reajuste ha sido más dramático si cabe debido a la particular composición del sector formado por muchas empresas, de pequeño tamaño y de las cuales un buen porcentaje de ellas son familiares.

Las empresas que han superado estas turbulencias, según nos indica la teoría y el sentido común, son que han estado preparadas y han sabido resistir y adaptarse a las excepcionales circunstancias vividas. Observando a estas empresas supervivientes vemos aparecer un patrón de comportamiento de interés común en la mayoría: la empresa gráfica tradicional, lo que venía siendo una imprenta típica que ofrecía servicios de preimpresión, impresión y postimpresión, ha evolucionado, en mayor o menor medida, hacia una empresa que se define no ya como empresa de artes gráficas o industria gráfica (un debate también tradicional) sino como empresa de comunicación gráfica o simplemente empresa de comunicación.

Estas empresas modernas ya incorporan a su cartera de servicios todos aquellos que permitan satisfacer las necesidades comunicacionales de sus clientes. Para ello crean nuevos departamentos entre los que podemos encontrar diseño (incorporando en buena parte de los casos servicios de diseño web), gestión y hospedaje de páginas web, asesoría en marketing o gestión de bases de datos conectados con servicios de marketing directo, impresión digital y por lo tanto impresión bajo demanda, «just in time» y otros servicios asociados a nuevas tecnologías por poner algunos ejemplos. Otro recurso utilizado también en esta misma línea consiste en el establecimiento de alianzas estratégicas con empresas complementarias cuando no forman grupos directamente con ellas con el fin de generar sinergias en el ámbito de la comunicación.

El fin último es ofrecer los servicios de comunicación que el cliente demanda y ya que las necesidades del cliente en este apartado han evolucionado lo lógico es que los servicios ofertados cambien. La oferta centralizada de estos servicios de impresión comunicación es una medida lógica y coherente encaminada a la fidelización del cliente, fin apetecible por cualquier empresa, evitando en la medida de lo posible las costosas guerras de precio que se han venido utilizando como instrumento para captar clientes y que a medio-largo plazo erosionan la salud del sector.

La empresa gráfica tal como la venimos entendiendo seguirá manchando papel y otros soportes no papeleros, que duda cabe, pero lo hará formando como un servicio más dentro de un amplio conjunto de servicios que tienen un denominador común: la comunicación.

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