En los tiempos de crisis que corren, en este entorno económico hostil, la “moda” actual es que todos nos replanteemos nuestras partidas de gastos teniendo muy en cuenta la merma de ingresos presentes y lo que es aún peor, futuros.
Por lo que respecta a la implantación y gestión de la calidad en las empresas, venimos argumentando a lo largo de este tiempo que tal función, bien gestionada, supone un factor de ahorro claro al promover la mejora continua, la cual comprende la eliminación de ineficacias y cuellos de botella y que para demostrarlo se puede recurrir a la elaboración de la curva de costes de la calidad, la cual bien elaborada, mostrará de forma clara y objetiva este hecho.
La realidad es que pocas empresas certificadas se embarcan en estos complejo análisis limitándose a disponer del sello de certificación como una carta de presentación ante los clientes que se lo exigen como condición básica para trabajar con ellos.
Esta situación lleva a que la dirección se reconsidere el mantenimiento de la certificación dada su aparente poca rentabilidad, eliminando el “gasto” asociado, el cual es claro dado que se corresponde con pagos anuales debidamente referenciados.
El caso se agudiza en empresas que disponen de certificado ISO y además se acogen al modelo de excelencia EFQM.
Ya hemos comentado en entradas anteriores las características de tales modelos de implantación y gestión de la calidad en la empresa y los condicionantes que impulsan a la dirección de la empresa a invertir capacidades y dinero.
El caso es que bastantes organizaciones comenzaron certificándose en ISO, lo que supuso un cambio importante de mentalidad, y posteriormente dieron el salto hacia algún modelo de excelencia (ISO proporciona un modelo de autoevaluación recogido en la norma ISO 9004 pero lo normal es acogerse al modelo EFQM).
Este movimiento se considera un paso adelante (en cuanto que estos modelos de excelencia proporcionan una visión más amplia que ISO y no obstante la implementación de ISO supone una base firme para obtener una buena valoración de partida en EFQM).
Se da el caso, por lo tanto, que en una organización dada, se hallen operando a la par los modelos ISO y EFQM sin que haya ningún problema de concurrencia salvo el incremento de trabajo que supone el control y seguimiento de los mismos y el hecho de que hay que pagar por ambos.
Y he aquí el problema. La situación actual empuja a las empresas a recortar gastos por lo que es previsible considerar la eliminación de duplicidades en este campo.
Teóricamente EFQM incluye todos los aspectos de ISO y trabaja otros sobre los que ISO no pone mucho énfasis. Además EFQM está igual de valorado por los clientes (en algunos casos más), es menos exigente con las personas que integran la organización (aunque más con los líderes) y dependiendo de las circunstancias particulares de la organización es más barato.
Esto lleva a prever bajas en las certificaciones en el sistema ISO, bien porque las organizaciones con ambos modelos opten por quedarse solo con EFQM o bien porque las organizaciones que pretendan certificarse se decanten por EFQM (menos recomendable pero posible). Veremos en los próximos años.
En los tiempos que corren para las empresas que tienen más posibilidades de supervivencia son aquellas que sean capaces de destacar del resto. Tanto ISO-9001 como EFQM pueden permitir esta diferenciación. Esto se hace tangible en concursos/licitaciones con las puntuaciones que se otorgan a los reconocimientos de calidad.
Cuando llega el momento de “recortar” (palabra de moda) no solo hay que mirar los números a primera vista, también es importante ver los retornos asociados.
Hola Florencio,
Totalmente de acuerdo en tu apreciación. Una importante tarea de los responsables de calidad es precisamente esa, hacer ver al a Dirección no solo la importancia de una gestión de la calidad sino de los beneficios económicos que esto conlleva. La gestión de la calidad no es un gasto, es una inversión con importantes retornos.
Un cordial saludo y feliz Navidad.
Estoy más o menos de acuerdo con el contenido del artículo, excepto con la sentencia final de que sea «menos recomendable que las organizaciones, a la hora de elegir, se decanten por Reconocimiento EFQM en vez de ISO».
Elegir por un sistema de certificación ISO o un Reconocimiento EFQM dependerá de cada organización y los múltiples factores que influyan en la misma: situación actual y estratégica futura, intereses de sus Grupos de Interés, visión a largo plazo, recursos disponibles para acometer y mantener el proyecto, sostenibilidad de la propia organización…).
Así pues, es la propia organización la que debe elegir qué hacer: tener ambos reconocimientos, sólo uno o ninguno, pero nunca me atrevería a recomendar uno u otro, sin analizar específicamante cada organización en concreto.
Saludos,
Juan García del Valle Fernández-Simal
Asesoría y Formación
Club Excelencia en Gestión
Hola Juan, gracias por tu comentario.
Cuando comentaba el hecho de que es menos recomendable enfretarse al reconocimiento EFQM sin estar certificado previamente en ISO, estaba pensando en algunos casos reales en los cuales este importante paso ha supuesto un gran dolor de cabeza para los que tenían que realizar tal labor. Por el contrario yo en persona he particidado en el caso contrario: obtener el reconocimiento a partir de la certificación ISO, lo cual ha facilitado, y mucho, el trabajo al disponer de los conocimientos necesarios básicos y estar el sistema estructurado (concienciación de las personas, procesos, etc.)
Un cordial saludo y feliz navidad.
Estimado Jesús:
Estoy de acuerdo en que tener un certificado ISO 9.000 puede y debe ayudar a la organización a acometer posteriores pasos hacia la búsqueda de la Excelencia.
Pero también he comprobado cómo organizaciones que han aplicado EFQM desde el principio gestionan y aseguran sus procesos, productos y servicios mucho mejor que organizaciones de su competencia que tienen un certificado ISO.
Todo depende de cómo entienda la organización la Excelencia y la inversión en la mejora continua de su gestión y resultados.
Pero sigo insistiendo en que nunca me atrevería a recomendar uno u otro sistema, sin analizar específicamante cada caso específico.
Saludos,
Juan García del Valle Fernández-Simal
Asesoría y Formación
Club Excelencia en Gestión