…y la nave va…

Ya ha transcurrido casi un mes desde la última entrada y esto se parece sospechosamente al día de la marmota. La sociedad va, el mundo va,… eso sí, como pollo sin cabeza. A ver si sale alguna lección positiva de todo esto.

Por lo que respecta a nuestro particular ámbito, la enseñanza, he de decir que por lo menos nos han dejado relativamente tranquilos los políticos de un tiempo a esta parte y la evolución de este trimestre está siendo todo lo razonable que se pudiera esperar: las clases se están impartiendo con telemática tranquilidad, los alumnos están respondiendo adecuadamente y todos los implicados esperamos que el curso termine sin incidentes importantes que reseñar.

La circunstancia ha puesto de manifiesto la capacidad del sistema educativo para hacer frente a la labor formativa mediante teleformación (habría que hacer un análisis general ya que yo estoy hablando desde mi restringida perspectiva y desde luego no pretendo ir de tertuliano).

Ya he indicado que esto en buena medida se estaba haciendo en un cierto porcentaje antes de estos tiempos del COVID, porcentaje que ha pasado a ser en la actualidad del 100% y que tal como se presenta el futuro inmediato habrá que seguir implementando a la vuelta del verano, en el inicio del próximo curso, al no haber perspectivas de vacuna efectiva a corto plazo (ojalá me equivoque).

Una de las adaptaciones que hemos tenido que hacer, de las más recientes,  ha sido la puesta en funcionamiento de la Formación en Centros de Trabajo mediante la opción del teletrabajo.

Este último e importante módulo de la formación profesional se desarrolla íntegramente en la empresa, proporcionando a los alumnos la incorporación a un entorno trabajo de trabajo real. Ya he elogiado este módulo en alguna entrada anterior,  y aunque pudiera necesitar algún retoque, es un magnifico trampolín para el alumno al mundo del trabajo (por cierto, nosotros venimos optando por el modelo tradicional con 370 horas más que suficientes al final del ciclo, nada he oído de como se está gestionando otros modelos, por ejemplo la formación dual).

El inicio de este módulo estaba previsto que comenzara a mediados de marzo como todos los cursos, por lo que ya se habían realizado las gestiones con las empresas y los alumnos estaban asignados (normalmente lo hago más tarde, pero este curso había madrugado…:)

El corona virus lo cambió todo, las horas se redujeron a 220 más un proyecto compensatorio de las 150 restantes y con el inicio retrasado hasta como máximo el 18 de mayo (con presencia física en empresa).

Queda claro que el 18 de mayo no se puede comenzar, por lo que ya se hemos tenido que realizar los ajustes pertinentes, que son razonables: la propuesta a los alumnos de que el centro se haga cargo (prima la consecución del título e incrementa la carga laboral de los profesores, lo cual aceptamos con deportividad y solidaridad), que las retrase al próximo curso (aunque no les garantiza la realización de las prácticas presenciales en empresa y les condiciona el año y el título y de nuevo incrementa la carga laboral de los profesores implicados 🙂 y la tercera opción que es el teletrabajo.

Y es aquí donde quería llegar: en el sector gráfico y editorial se hallan muchos de empresas y muy diferenciadas. Más concretamente, el ciclo de Diseño y Edición de Publicaciones Impresas y Multimedia en el cual tengo la responsabilidad de gestionar la FCT, dispone de salidas laborales de lo más dispar comprendiendo diseño gráfico, diseño editorial, multimedia, maquetación, organización de procesos productivos, comercialización… mira por donde, gran parte de tales salidas con posibilidades de teletrabajo.

Ante esta tercera opción, sondeamos a nuestras empresas colaboradoras y nos encontramos con la agradable sorpresa de que muchas de ellas, aun habiendo reducido su volumen de trabajo, seguían con cierta actividad, todas teletrabajando. Buena parte de ellas respondieron favorablemente a la posibilidad de incorporar a los alumnos en esta modalidad de prácticas, de hecho a algunas no hemos podido cubrir, dada la voluntariedad de la opción.

Sondeados los alumnos sobre esta posibilidad casi la mitad de los mismos aceptó la posibilidad de teletrabajar por lo que ya desde anteayer, lunes 11 de mayo, varios alumnos han comenzado la formación en centros de trabajos en esta modalidad y ya han manifestado su grado de satisfacción al respecto.

Una muestra más de la adaptación a los tiempos, de todos, ya he venido comentando la importante adaptación de profesores y alumnos de primeros cursos y alumnos en periodo de recuperación a la teleformación y ahora constato la adaptación al teletrabajo por parte de los alumnos de segundo de grado superior.

Los cambios forzados que se están gestando han llegado para quedarse. La teleformación y el teletrabajo, aunque implantados ya con anterioridad en muchos sectores y en distinto grado han sido sometidos a un cambio obligado que no solo es cuantitativo, sino que es cualitativo, un salto delante que cambiará buena parte de la estructura social.

Todo este cambio se está apoyando en unas tecnologías de la información y la comunicación que están demostrando un gran robustez y que, ahora barro para casa, deben llegar a todos los rincones de la geografía para que haya equidad en un servicio esencial que se configura en más imprescindible si cabe de tal manera que contribuya a liberar de espacio en  megaciudades superpobladas y carne de cañón de las pandemias de turno, favoreciendo el traslado de capital humano a esas zonas, a las que en este país se le han dado el poético nombre de la España vaciada, pero que se da en todos los países desarrollados también (por cierto, en esas zonas creo que se están tomando unas cervecitas en las terrazas).

 

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